La ciencia del entrenamiento va al psicólogo

 Figura 1. “La desesperación”.

- La ciencia del entrenamiento… Que pase por favor…
- Hola… Buenos días.
- Buenos días. No se quede ahí… Pase por favor, pase. Por aquí… Suelte sus pertenencias en esa mesita mismo y siéntese en esa silla de ahí. Póngase cómoda… Usted como en su casa.
- En ese silla de ahí me ha dicho ¿no…?
- Sí, sí, ahí… Vaya acomodándose mientras encuentro su informe.
- De acuerdo.
- Un segundito… A ver… ¿Dónde está…? Aquí, aquí está el informe. ¡Ala! Ya podemos comenzar…
- Cuando usted me diga…
- Vamos a ello. Cuénteme… ¿Qué es lo que le ocurre?...
- Ahhhhhhh (suspiro). A ver… Lo que me viene pasando desde hace un tiempo hacia acá es que tengo dudas constantemente sobre quién soy y sobre qué puedo hacer… ¿Cómo le diría yo…? Es como si yo misma no supiera mi identidad… ¿Me explico más o menos…?
- Sí, sí… Le comprendo perfectamente. Digamos “grosso modo” que padece usted como dos síntomas diferenciados… ¿Correcto…?
- Sí, así es… Por un lado, tengo esa cosilla de no saber exactamente quién soy y, por otro, la duda de qué es lo que yo puedo hacer.
- Perfecto. Y… Dígame, ¿estos síntomas le ocurren desde hace tiempo o son recientes?
- Pues a decir verdad… Hace ya bastante tiempo que me vienen ocurriendo…
- Y… ¿No ha intentado poner remedio a ello antes?
- Sí, claro que sí… Ya fui en su día a otro psicólogo…
- ¡Ah…! Pues cuénteme, ¿qué tal le fue…?
- Pues a ver… El psicólogo al que consulté hace ya varios años me comentó que lo que yo tenía era un problema de distorsión cuerpo-mente.
- ¿Distorsión cuerpo-mente? ¿Qué es eso Virgen del Socorro?
- Sí, sí… A mí lo que este psicólogo me diagnosticó fue lo siguiente. Leo textualmente el informe que me realizó: “la paciente padece desequilibrios en su eje vibro-energético-corpóreo-espiritual, desequilibrios que afectan de forma directa a sus emociones-intrínseco-somatosensoriales, que a su vez le producen una desalineación en el conjunto holístico de sus “Chakras”, hecho que deriva sin duda alguna en una desarmonización estructural del conjunto de meridianos que conforman el “Prana”, suceso el cual conduce irremediablemente a la distorsión cuerpo-mente y, en últimas, a padecer los síntomas experimentados por la paciente…”.
- Vale, vale… Y, dígame… ¿Qué tratamiento le ofreció seguir?...
- Oler flores.
- ¿Flores…?
- Sí… Me prescribió oler Geranio cada 4 horas y Cardo Mariano de los Montes Tibetanos cada 8.
- Y… ¿Le funcionó?...
- Para nada… Pero por lo visto no era el tratamiento, era yo… Todo sea dicho.
- ¿Cómo que era usted…?
- Sí… Por lo visto es que yo no era capaz de sentir y absorber el aura energético que transmiten las flores y claro… Si no sientes el aura no lo puedes absorber y, por tanto, no puedes curarte.
- Vale… Bueno, mejor vamos a proseguir con lo nuestro. Dígame… Me comenta que los síntomas comenzaron hace tiempo, pero ¿podría identificar alguna causa por la que estos aparecieron?
- Claro que sí… Los síntomas comenzaron cuando la gente empezó a decir cosas sobre mí que yo creo que no son verdad.
- ¿Creo…?
- Bueno… Yo creo que las cosas que se dicen de mí no son reales, pero ya no estoy segura. Es decir, yo pienso una cosa, pero si todo el mundo dice otra, pues lo mismo es que yo estoy un pelín más p´allá qué p’acá.
- Vale... ¿Podría citarme un ejemplo en el que usted tenga dudas sobre quién es?
- Sí, sí, claro…
- Adelante… Cuénteme.
- Pues mire, hay veces que dudo sobre si soy la ciencia del entrenamiento o de la medicina…
- Explíqueme, explíqueme eso por favor…
- A ver… Es que últimamente hay mucha gente que dice cada dos por tres: “el entrenamiento es como un medicamento”. A mí esto en un principio me daba igual porque yo siempre he sabido quién soy, pero claro… Al final tanto va el cántaro a la fuente que uno termina dudando hasta de quien es. Vamos… Que yo ahora ya de últimas es que ya no sé si soy entrenamiento, si soy medicina o si soy un Toyota híbrido enchufable 3.0… ¿Sabe usted…?
- Y bueno… Usted diría que no se parece en nada a la medicina ¿no…?
- ¡Claro…! Una cosa es la medicina y otra cosa son las ciencias del entrenamiento. ¡Cómo voy a ser yo lo mismo que la medicina si nuestra epistemología es completamente diferente! Y, además, si es que yo tampoco puedo ser un medicamento porque cuando yo entro en la RAE veo que medicamento hace referencia a sustancia y entrenamiento hace referencia a acción. ¡A mí que me mire un tuerto, pero la comparación es pa´jartá a hostias al que la haga!
- Y… ¿Por qué cree usted que la comparan con la medicina?
- Pues dicen las malas lenguas que es para acercarme a las personas de a pie con un lenguaje más sencillo, pero… ¿sabes que es lo que pasa al final con estas cosas…?
- No, dígame… ¿Qué es lo que pasa?
- Lo que ocurre cuando se utilizan estos lenguajes llenos de comparaciones alegórico-metafóricas con intención didacta más que cuestionable es que se crea un lenguaje abstracto y farragoso complejo de entender para el ciudadano de a pie, pero fuente de entrada para las informaciones falsas, incluidas las pollaterapias. Y es que, el mundillo este de la paraciencia se alimenta del lenguaje ambiguo cuál si fuera un chupóptero. Así, empieza “el entrenamiento es un medicamento” y acaba “el entrenamiento lo cura todo”. ¿De verdad hace falta explicar el entrenamiento a través de la medicina? ¿No es más sencillo ir en línea recta de A hacia B que de A hacia B pasando por C? ¿No será que tratamos a la gente como si fuera gilipollas?
- Cierto, cierto…
- Además… por esa regla de tres todo lo que pudiese devolver la salud a las personas o mejorar su calidad de vida sería medicina. Por ejemplo, mi amiga la ciencia de la nutrición y dietética también sería medicina y…
- Le comprendo totalmente… En psicología también se ha abusado de un vocabulario vacío y la factura en informaciones falsas la estamos pagando ahora con creces los profesionales y, sobre todo, nuestros clientes. Por supuesto, no es que yo diga que por utilizar un vocabulario riguroso se vayan a erradicar estas informaciones falsas, pero sí que se les complicaría mucho más la existencia…
- Dios me salve de caer en una de esas… Yo toco madera. Aunque ya se sabe… La mayoría de las personas que caen en informaciones falsas ni se percatan de ello. Si es que ni el más pintao puede afirmar: “yo no caeré…”, y el que lo crea como se muerda la lengua se envenena y putrefacta. En fin… A ver si los que abogan por estos lenguajes ininteligibles se dan cuenta ya de que con ello lo único que consiguen es poner en peligro la profesión y a sus pacientes.
- ¡Perfecto…! Todo comprendido por mi parte. Pasemos ahora al segundo de los síntomas. Dígame, ¿podría citarme algún ejemplo que le cree dudas sobre qué es lo que puede hacer?
- Sí claro, por supuesto…
- Adelante, soy todo oídos…
- A ver… Una de las cuestiones que últimamente me causa más dudas es saber si yo puedo o no prevenir enfermedades. Me explico mejor… Yo siempre he tenido claro que prevenir, lo que es prevenir enfermedades no puedo, pues prevenir según la RAE es sinónimo de evitar y claro, yo no puedo evitar que las personas enfermen. Ahora bien… Lo que yo siempre he creído y creo que puedo hacer es ayudar a las personas a disminuir los riesgos de padecer ciertas enfermedades… ¿No sé si me estoy explicando…?
- Sí, sí, claro que se explica… Y bueno… Además de este ejemplo, ¿podría contarme alguna otra cuestión que le haga dudar sobre sus habilidades?...
- Pues otra cosa que me hace dudar a menudo es si yo puedo curar enfermedades. Es decir, yo en principio siempre he tenido claro que no puedo curar, pero desde un tiempo hacia acá parece que soy un chamán bosquimano del desierto del Kalahari que todo lo cura y… A ver… A mí sinceramente me gustaría curar, pero yo creo que no puedo.
- Cuénteme más…
- Pues mire… Yo lo que siempre he podido hacer es mejorar el rendimiento físico de las personas y, en consecuencia, ayudarles a mejorar su calidad de vida. Por ejemplo, a una persona con cáncer puedo ayudarle a que no pierda su fuerza como consecuencia de los tratamientos recibidos. Es decir, no puedo curarle, pero puedo ayudarle a que viva mejor.
- Entiendo…
- Lo mismo ocurre con otras patologías como, yo que sé… La fibrosis pulmonar idiopática.
- ¿El qué perdón…?
- FIBROSIS PULMONAR IDIOPÁTICA... Una enfermedad donde el paciente, entre otras cosas, padece dificultad respiratoria. En este caso, yo tampoco puedo curarlo, pero sí que puedo ayudarle a mejorar la fuerza de su diafragma y, en consecuencia, a disminuir su fatiga muscular respiratoria. Más de lo mismo, no le curo, pero le ayudo a que tenga una mejor calidad de vida.
- Bueno, pero… Me surge una duda, ¿usted sí que puede curar la obesidad no…?
- Yo le diría que no. Es cierto que, en algunas patologías como la obesidad, cuando me junto con algunos amigos míos como la psicología o la nutrición, sí que puedo tener cierta influencia en la curación de la enfermedad. Pero claro… Una cosa es que yo en determinadas patologías coadyuve y otra cosa muy diferente es que yo pueda curar patologías por mí solo.
- Muy interesante eso que me dice… ¿Algo más que crea necesario comentarme…?
- Sí, una última cosilla…
- Dígame…
- Otra cosa que me confunde últimamente bastante es cuando me dicen: “el objetivo principal del entrenamiento es mejorar la salud de las personas”.
- ¿Ah sí?... Y… ¿Qué hay de malo en ello? ¿A caso no es así?...
- Yo creo que no…  Yo es que pienso que ese no es mi objetivo, sino mi consecuencia.
- Cuénteme…
- A ver… Yo pienso que las personas no entienden que los objetivos son metas a alcanzar EN el entrenamiento y no CON el entrenamiento. Me explico… A día de hoy pienso que existe dificultad en entender que la consecuencia es el fin último al que se quiere llegar, mientras que el objetivo es el paso que se quiere cumplir para poder alcanzar las consecuencias deseadas.
- Entonces usted no cree que su objetivo sea mejorar la salud, ¿no…?
- ¡Claro que no…! Además, el objetivo suele ser un propósito más específico y estructurado que la consecuencia, porque se pueden medir y observar los resultados. En cambio, la consecuencia es algo más amplio y no implica una sola acción específica para alcanzarlo.
- Podría ejemplificarme lo que comenta, por favor.
- ¡Por supuesto!... Por ejemplo, en una persona que padece sarcopenia el objetivo realmente sería mejorar la fuerza del paciente, pues la mejora de este parámetro mediante ejercicio físico está mediada por una serie de mecanismos fisiológicos que desconvocan como consecuencia o como meta final en una mejora de la calidad de vida de la persona que padece la patología.  
- Ahhh, Claro. Tiene su sentido…
- Además, si nos ponemos muy tiquismiquis eso de mejorar la salud tampoco tendría mucho sentido ni consecuencia, pues la salud es un término dicotómico y estos no acumulan grados de mejora. Es decir, no se puede estar más o menos saludable, pues la salud se tiene o no se tiene. Realmente, quizás lo más coherente fuese decir que el entrenamiento como consecuencia de su naturaleza lo que mejora es la calidad de vida… Pero bueno… Eso es ya ser muy remilgado.
- Le comprendo… Es más, no hace falta que siga. Tengo todo lo que necesito.
- ¿Hemos acabado entonces…?
- Sí, hemos terminado. He tomado nota de todo lo que me ha comentado y en unos días realizaré un informe detallado que se le remitirá por escrito, ¿de acuerdo…?
- ¡Perfecto! Pues nada… Muchas gracias por todo… ¿Le dejo la puerta abierta…?
- Sí por favor, así puedo llamar al siguiente…
- De acuerdo, ¡¡hasta luego…!!
- ¡El siguiente!... La psicología… Que pase por favor.

                                                                                                                                                                                Una semana más tarde.
Estado de la ciencia del entrenamiento: ALTA MÉDICA. No se diagnostica patología mental en el paciente sino transición carajote-apático. Y es que, si chunga estaba ya la ciencia del entrenamiento con los carajotes, personas quienes al menos se enfadaban defendiendo planteamientos incoherentes, ahora peor, pues reinan los apáticos, a quienes les da igual todo, valga la redundancia. Y la cosa no queda ahí, sino que dentro del entrenamiento está naciendo una nueva figura deportiva llamada el deportulero, un nuevo sabelotodo a medio caballo entre pamplina y porculero. En definitiva, lo que le pasa a la ciencia del entrenamiento no es mental, es lo de siempre: “que tiene que aguantar una jartá de gilipolleces y eso… quema otra jartá”.


Este artículo ha sido redactado por Miguel Ángel Puch Garduño, Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Máster en Rendimiento Físico-Deportivo, Doctorando en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Colaborador-Honorario en el Departamento de Deporte e informática en la Universidad Pablo de Olavide. Asimismo, es coautor del Proyecto Divulgativo ¡No Todo es Ciencia! donde se divulgan informaciones científica sobre Ciencias de la Salud. Además, para la realización del presente artículo se ha contado con Aida Ezequiel Rodríguez, Graduada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, así como, colaboradora en el Proyecto ¡No Todo es Ciencia!


Referencias bibliográfica:

[1]         S. P. Bird, K. M. Tarpenning, y F. E. Marino, «Designing resistance training programmes to enhance muscular fitness: a review of the acute programme variables», Sports Med. Auckl. NZ, vol. 35, n.o 10, pp. 841-851, 2005, doi: 10.2165/00007256-200535100-00002.

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